Te he olvidado por un largo tiempo. Sí lo sé, tenía tanto tiempo sin escribirte ¡Casi un año desde la última carta! Pero ahora ya no necesito cerrar los ojos para presenciar tu arte.
Ahora sé que te has ido muy lejos, aunque tú deseas permanecer aquí no tenemos charlas pendientes. Y aunque no evoco más tu nombre, todos los momentos permanecerán… no escaparán sino hasta que el tiempo decida llevarlos muy lejos.
La historia parece no tener fin, ¿Cierto? No te preocupes, lo tiene. Ahora sólo recuerda que una vez estuvimos ahí, pensando en el otro. Mirábamos fijamente la luna mientras las luces de la ciudad ardían como nuestros sentimientos… intensamente. Su fulgor imposibilitaba ver las estrellas más pequeñas, pero la luna… ¡Oh Dios mío! La luna sí que estaba ahí, tejiendo sueños en nuestro pecho. “Sueños” es la palabra correcta para definir lo que nos sucedió.
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