Día cero: El inicio del viaje

Hace no mucho tiempo atrás, soñé un viaje. Es un viaje que aún no he hecho; un viaje que debo emprender tarde o temprano. Tal vez será solo o estaré acompañado.

Suena de fondo una vieja canción de trompeta, acompañada por un solo de armónica que narra las constelaciones de un cielo nocturno, lleno de estrellas, ese espectro celestial que nos mira distante en el tiempo… en espacio. Le llamo alma vieja del universo.

Bastará sólo la última estrofa del sexto poema antes de siquiera pronunciar en tu oído la palabra NERUDA, así pausadamente, con toda la parsimonia del mundo: NE-RU-DA.

Después de eso, el túnel nos cortará el cielo, mientras recostado en el techo del vagón espero paciente su regreso. Tiempo pasado, tiempo esperado.

Poco después me doy cuenta que estoy solo…

Solo en el cielo

Solo en el tren

Solo en el viaje que aún no emprendo.

Y «solo» es sólo eso, una mancha de tinta en un papel, en cualquier triste café, en cualquier época del año.

Fotografía de Nicolas Carbon

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