Una pareja (sea cual sea su orientación sexual) empieza a enviarse fotos y videos con contenido sexual a través de WhatsApp –u otra aplicación de mensajería instantánea-. Se muestran en posiciones sexuales, enseñando su cuerpo y su excitación. Después En sostienen relaciones sexuales y se filman con sus smartphones dejando a un lado el pudor.
Comienza una práctica que estimula su imaginación y les despierta el lívido. Basada todo en la confianza y acuerdo tácito: que el contenido quedaría solo entre ellos. Dura meses la relación y posan con poca o nada de ropa. Pero un día la relación llega a su fin. Así inicia la historia.
Sexting es la palabra con la que se nombra al envío de mensajes multimedia eróticos a través de aplicaciones de mensajería instantánea (WhatsApp, Telegram, Tango, SnapChat, entre otras). El primer paso es ceder ante la curiosidad y después vienen las relaciones sexuales para verse como actor pornográfico amateur.
Esta práctica se extendió rápidamente en 2005 en Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos y Reino Unido, donde este tipo de contenido puede considerarse como pornografía y el autor ser juzgado por ello. Fue por ello que a partir de 2009, algunos estados norteamericanos realizaron modificaciones legales para evitar que jóvenes que emitieran este tipo de contenido fueran acusados de distribución de pornografía.
El peligro de esta práctica es que el material puede ser difundido fácilmente y de una forma tan rápida que se convierte en algo llamado “viral”, haciendo que el remitente original pierda totalmente el control sobre su contenido.
En México, según cifras de la Policía Cibernética, de la PGJDF, el 75 por ciento de las imágenes de tipo sexting son de mujeres. En lo que va de 2016 se tienen reportados 266 incidentes como la afectación de la imagen, daño moral y acoso.
El propio Departamento de Justicia de Estados Unidos alertada sobre nuevas formas de delito que comienzan como romance, coqueteo y terminan como venganza, de ahí que recientemente se haya catalogado como pornovenganza.
México ya trabaja en ello. Senadores del PAN presentaron una iniciativa que señala que esta acción no está considerada como delito en México, que no hay castigo para quien expone la intimidad de otra persona, vulnere su autoestima y arriesgue su vida, ya que la mayoría de las víctimas consideran el suicidio como una forma de terminar con la humillación social que esto implica.
Pero, ¿Cómo lo castigarán? Los legisladores plantean de 6 a 12 meses de prisión y hasta 500 días de multa, aunque la pena se puede duplicar cuando la publicación sea por parte de un cónyuge o un familiar.
Como dato para tomar en cuenta en el tipo de castigo, me gustaría sugerir el caso del 2009, en Pennsylvania, donde 6 adolescentes fueron imputados con cargos de pornografía infantil al pasar fotos a sus compañeros. Además, el caso de un chico de 19 años en Florida, que permanece inscrito en el registro de delincuentes sexuales del estado hasta cumplir los 43 años, por haber reenviado una foto de su exnovia desnuda a varias personas.
Nadie está exento. Existen casos de pornovenganza entre personas de la farándula. Por ejemplo, el caso de Jenni Rivera, Angelina Jolie, Paris Hilton, entre otras. Estas celebridades han sufrido chantaje con grandes sumas de dinero para no ventilar los videos sexuales, sin embargo en algunos casos el material se encuentra en la red.
Aunque internacionalmente esté catalogado como delito de género -pues el 90 por ciento de los casos el agresor es un hombre y la víctima una mujer-, hablar sobre la pornovenganza es un tema muy delicado y complejo que se debate entre lo ético y legal sobre quién es realmente el responsable: ¿La persona que se toma la foto o el video erótica y la envía por mensaje o quien hace viral el contenido en redes sociales?
*Licenciado en Lingüística por la Facultad de Letras y Comunicación. Productor de Noticias de ZER Informativo Colima, director general de Información de El Centinela de Colima, colaborador de la revista Vida & Mujer y Manzanillo News. Envíame tus comentarios a fernando_castillo@ucol.mx o sígueme en Twitter como @skidder89.
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