El miércoles pasado leí que el alcalde de Colima, Héctor Insúa hablaba sobre amamantar con pudor en la vía pública o lugares públicos, palabras más palabras menos. Esto en una rueda de prensa donde dice que no cuentan con un proyecto con el que las madres puedan amamantar a sus hijos en espacios públicos.
Al menos reconoció que no existe un reglamento para prohibirles que lo hagan en vía pública pero sí dijo que “lo único que se establece es el respeto al pudor y a las normas” que para él son las “moralmente aceptadas”.
Pero, ¿Por qué existe tabú al hablar de la lactancia en público? No sólo pasa en Colima, sino alrededor del mundo donde tenemos tanta moral que la tenemos doble. Este acto no está prohibido por la ley e incluso la legislación federal otorga beneficios a las madres trabajadoras para que lo hagan.
Ya pasó hace algunos años donde un grupo de mujeres amenazó en manifestarse haciendo este mismo acto como protesta a un centro comercial de paraguay, que pidió a una madre que dejara de hacerlo en público. Otro caso es el de Ingrid Wiese-Hesson quien fue escoltada al baño minutos después de comenzar a amamantar a su bebé de seis semanas en una tienda de Beverly Hills, en California, Estados Unidos.
Para mí, quien piensa que deben ocultarse los senos de una madre para realizar la lactancia está relacionado con mero morbo, porque esas personas están asociando los senos de las mujeres con morbos y fantasías sexuales.
No hay problema con cualquier tipo de escote, por más prominente que sea, pero si lo que se ve es la areola o el pezón… ese pedacito de seno con el que la madre alimenta su hijo, todo mundo se escandaliza y pierde la razón. Las personas no ven a un niño alimentándose de su madre, ven una escena grotesca como si de un acto sexual se tratase.
Aunque siendo realistas, es más cómodo hacerlo en un lugar privado, no podemos decirle a un niño que espere para comer. Hay quienes ven como opción cubrir al niño con un trapo o sábana para que el resto de las transeúntes no vean la escena, aunque se la imaginen en su mente. Díganme, ¿A quién le gusta comer cubierto del rostro?
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