Soy mejor que tú

Tenía mucho de no sentir estas cosquillas en el estómago. La taza estaba vacía sobre la mensa, el café apenas comenzaba a perfumar la habitación y ese interminable ruido al gotear parecía cronometrar perfectamente cada taza de café, para después simplemente verlas partir una a una mientras las hojas se volvían bolas de papel en el suelo.

Las cartas se asomaban por debajo de la puerta. Ese mismo día recibí dos noticias que me alegraron el día. Era un cúmulo de estados de cuenta, servicios por pagar y correo publicitario. Sí, parece mentira pero el correo se ha convertido en una especia de basura gratuita que llega día tras día. Pero ahí estaba, escondida entre tantos sobres de colores institucionales. Se asomaba perfectamente. 

Hasta ese momento, el café era la única cosa que me iluminaba el rostro con una sonrisa de lado a lado ese día. “Pensando en ti…” leía la última línea de la carta cuando comenzó a sonar el teléfono. De nuevo el rostro se me iluminó. ¡Oye! Este debe ser el mejor día de mi vida. Pero no, estaba muy lejos de ser así.

Ese sonido tan dulce que escuché fue simplemente música para mis oídos. Seguro que sí, lo sabes pero no puedes hacer nada para evitarlo. Lamento decirlo, pero no puedes. Aquí vamos otra vez… 

Es justo que hagas lo que mejor te parezca, pero escucha atentamente cómo me regocijo sólo de pensar que hay una nueva vida a punto de comenzar. Cuando el mañana llegue, cuando el futuro te alcance, escucharás sólo una cosa en tu cabeza. ¿Será el canto de la victoria o de la derrota? Estoy seguro que será de la derrota y te volverá loco. Cada vez que escuches ese sonido en tu pecho te darás cuenta de lo que un día tuviste y ahora perdiste. Aunque me culpes sabemos quién es el único culpable de lo que tu llamas desgracia. Debe serlo, porque la desgracia de unos es la fortuna de otros. Y ahora sé que yo soy el afortunado.

Debe ser difícil ver cómo el mundo se desmorona ante ti, cómo cambia la vida que un día soñaste y que, aunque yo te advertí, ahora pierdes vertiginosamente. Pagaría por ver tu cara descompuesta ahora mismo, mientras lees esto y te das cuenta que la casualidad por la que has llegado hasta esta línea no es casualidad. Es porque te ha ganado el odio que por mí sientes y que te obliga a seguir leyendo para descubrir que, en todos los sentidos, soy mejor que tú.

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