Siempre he visto los libros como algo que me aísla de mi realidad. A veces, sólo a veces, busco un espacio iluminado en esta oscura ciudad para sentarme a leer una o dos de las páginas que encuentro entre las cenizas.
Me gusta pensar que son una misma historia aunque no es así, pertenecen a tramas diferentes. Puede ser un agente, un animal que habla y busca regresar a casa; o una mujer que, desde un café de esquina, escribe todo los días cartas a su amor perdido en la guerra, cartas que nunca entrega, cartas que tira a la basura.
Hay historias que me regresan a un año en particular, a un momento de mi vida pasada, a un pequeño fragmento de la humanidad -cuando existía-; que convierten los recuerdos en realidad. No es tan difícil regresar el tiempo atrás cuando se piensa con la mente abierta y se deja de lado los límites que la misma humanidad nos hemos puesto para poder mantenernos en un cubo encerrados todo el tiempo.
¿En realidad así transcurre el tiempo? ¿Es una línea que sólo tiene que avanzar?¿No es paradójico que el tiempo transcurra hacia adelante, que avance, que se mueva en una sola dirección y la humanidad va al contrario… retrocede? Sí, sólo piénsalo un poco. La humanidad se ha encargado de involucionar poco a poco. Se han agotado los sentimientos, nos hemos vuelto más fríos… hasta el punto en que cada uno se ve a través de una pantalla de cristal y necesita expresar sus emociones con emoticones. Sonreír sin sonreír y llorar sin llorar. Por eso, cuando por fin encuentro, en esta vieja ciudad sin alma, una página con la tinta corrida por el llanto y la piel arrugada por las lágrimas secas, me hace sentir que aun existo aunque me aisle, si así lo quieres ver.
Y puedo decirte que no sólo tú sabes de mí no por mí sino por lo que publico aquí y allá; nos leemos sin leer. Así lo pienso y sé que continúa la humanidad buscando el alma de todo, aunque la alquimia para unos no exista y para otros sea incalculable; aún así, observando una parte de nosotros en un trozo de metal, aislada, encriptada, encerrada y derretida por el calor fúrico del sol.
Tal vez soy el único que busca páginas viejas en las cenizas del mundo, mientras tanto el resto de los supervivientes están aislados entre cable y conexiones donde si no te sientes un trofeo comienzas a caer en picada.
La pregunta sigue ahí: ¿Somos acaso sentimientos aislados ahora? Tal vez sí y esta soledad no es más que una página suelta de un libro cuyo título jamás sabremos; un copo de nieve que cae y muere en la acera mientras alguien desesperado lo pisa y reduce a nada; un pulso que lanza una ojiva nuclear de un misil preparado para destruir cualquier resto de papel intrínseco a mi alma… a la humanidad.
Por eso, cuando levanto la mirada al cielo y veo que aún sigue oscuro, cierro los ojos para descubrir que hay más luz en mi alma que en la vida real. Es ahí cuando ruego encontrar una página más en esta ciudad, reducida a cenizas por el estereotipo que la humanidad ha impuesto al único ser que puede crear y destruir sin ver la diferencia entre ambas cosas. Define el sentido de todo con “invención” es todo lo que es, es todo lo que hay… “invención”.
Imagen tomada de Life of Pix
Autor: Max Martin Título: Man Sitting
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