Hace años escribía con mayor regularidad con la que lo hago actualmente. No escribía columnas de opinión, sino que escribía cuentos y poesía que jamás mostraba a nadie. Sin embargo, debo confesar que pasó algo que me hizo desistir a mi idea de ser escritor y a mis ideas, y lamento decirles que fue un docente de mi carrera.
Hay maestros que te marcan para bien y otros para mal, aunque estos últimos suelen ser más. Eso mismo me sucedió en mientras estudiaba la licenciatura en Lingüística. Confiaba mucho en un docente por la materia que impartía –y no diré cuál es porque, por año, sabrían quién es- y decidí mostrarle mis textos, sólo algunos, para conocer su punto de vista.
Me encontré en una situación tan incómoda y decepcionante que me hizo pensar que no valía la pena seguir escribiendo cuentos o poesía. Su respuesta fue: “si quieres escribir cuentillos de revista como Corín Tellado, está bien” haciendo alusión al género de la escritora: la novela rosa y lo poco valorado o muy denigrado que es por quienes se dicen conocedores de literatura. Es decir, me hizo sentir que jamás iba trascender. Años más tarde, un amigo que vivió la mayor parte de su vida en España me dijo: ¡Joder tío! ¿Pero no sabes quién es Corín Tellado? Es la escritora más vendida y leía en español, después de Cervantes. Para ese entonces, saber que había escrito aproximadamente 5,000 novelas y relatos traducidos a 27 idiomas, o haber vendido más de 400,000 ejemplares, de poco sirvió: algo ya estaba roto dentro.
¿Es el ego del escritor lo que hace que menosprecien a quienes comienzan a escribir? Y no digo que quien me dijo esas palabras sea un escritor prolífico, multipremiado o un Best Seller, no, pero tal vez tiene cierto grado de madurez literaria, adquirido por los años, y que le lleva a menospreciar géneros o estilos con los que no concuerda.
Tal vez malinterpreté las palabras; quizás, indirectamente, me decía “sigue así, y serás un escritor tan leído como Corín Tellado”. ¡Joder! Pero por qué no decirlo así, en lugar de hacer una pregunta que se presta a malas interpretaciones. Quizás eso fue…
Parece incierto pensar que los escritores nacen con ese don de desarrollar grandes obras literarias que serán multipremiadas y mil veces leídas; ahora, adaptadas a la cinematografía o la pantalla chica. Sin embargo, me he topado con gente que analiza cada espacio y tiempo, punto y coma, y simple y sencillamente dice “no, el desarrollo de tus personajes no es el adecuado, si lo comparas con equis o ye autor”. Creo que están viendo desde un ángulo demasiado estricto la apreciación artística.
Parece paradójico que, por un lado, critiquen la construcción de los personajes de una multipremiada obra, y por el otro idolatren una sencilla frase que involucra a un dinosaurio carente de descripción.
Así que, lo único que queda de ese desquebrajado recuerdo de escribir un sueño recurrente –mi primer novela no publicada-, poesía de sentimientos encontrados y cuentos cortos sobre cosas que vivía, es sólo eso, un recuerdo que no sé si podrá regresar algún día.
¡Vaya! Tengo que confesar que tu entrada me llegó ya que me pasó algo parecido hace unos tres años. Me metí a un taller de creación literaria y, entusiasmada, llevaba mis cuentos. El profesor (que ya había publicado un par de libros) me dio a entender también que no servía para eso. En esos momentos, dejé la escritura pero ya me di cuenta que vivo para escribir pues siempre (aunque esté desanimada) regreso a escribir. Creo que depende del verdadero motivo que tienes para hacerlo…
Así es, yo creo que es así. Los talleres literarios sirven para desarrollarnos como escritores y empoderarnos para que brillemos con luz propia. Lo mismo sucede en el canto, hay quienes quieren cantar como determinado artista, pero su rango no le da para esas notas. Deben ayudar a que sepamos cómo desarrollar un personaje no a destrozar nuestros sueños de escribir. Al final de cuentas cuando algo no suena real o racional en algo que escribo siempre recuerdo a Gabriel García Márquez y su realismo mágico.
Totalmente de acuerdo. Sin embargo, no he encontrado ningún taller que realmente enseñe algo útil. Me he quedado con la lectura como maestro y mis escritos diarios como una practica del día a día.
Yo creo que no hay mejor taller que leer autores clásicos. Corín Tellado leía a Alejandro Dumas u a Balzac, entre otros…
Ahora mismo estoy tomando un diplomado en literaturas mexicanas en lenguas indígenas. Antes de eso tomé un taller de cosmología y lengua náhuatl. Te sorprendería su visión del mundo y del universol
¡Suena muy interesante! Claro, descubrir otras formas de pensar y de vivir siempre nutren nuestra escritura y hacen más grande nuestra imaginación
Hace días me puse a revisar viejos textos y poemas míos y vi que escribía poemas con métrica y así, que digo ahora «Wow!» porque leía mucho a Juan de Dios Peza y a Manuel Gutiérrez Nájera.
No abandones la escritura sólo porque alguien te dijo que no eras bueno. Es más, demuestra que están equivocados.