𝐍𝐨 𝐬𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐭𝐚𝐩𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐬𝐨𝐥 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧 𝐝𝐞𝐝𝐨… recuérdalo siempre. Las acciones que tomamos en la vida, tarde o temprano, tienen sus consecuencias. 𝐄𝐥 𝐊𝐚𝐫𝐦𝐚 𝐞𝐬 𝐚𝐥𝐠𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐬𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐞𝐥𝐮𝐝𝐢𝐫, y a menudo nos enseña que, si sembramos vientos, cosecharemos tempestades.
Pero aquí está la parte interesante: no siempre somos nosotros quienes pagamos el precio. 𝐀 𝐯𝐞𝐜𝐞𝐬, 𝐬𝐨𝐧 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐡𝐢𝐣𝐨𝐬 𝐞 𝐡𝐢𝐣𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐡𝐞𝐫𝐞𝐝𝐚𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐞𝐜𝐮𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬. Por eso, es esencial recordar que nuestras acciones no solo afectan nuestro destino, sino también el de quienes nos rodean.
¿Es esa la huella que quieres dejar en la vida de quienes amas?








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