Donde el silencio se torna defensivo

“Piensa, ¡Oh patria querida!, que el cielo, un soldado en cada hijo te dio.” — Himno Nacional Mexicano, estrofa VI (Francisco González Bocanegra, 1854).

Hoy el silencio ha cambiado de forma. Ya no es contemplativo, no nos invita a mirar hacia dentro. Es un silencio defensivo, urgente, impositivo. Nos obliga a resguardar aquello que antes se compartía con libertad: la pertenencia.

Hace casi un año llegué a Chicago, la ciudad de los vientos y una de las llamadas ciudades santuario en Estados Unidos. Este sería mi primer año lejos de México para celebrar el Día del Grito de Independencia, y esperaba con ilusión ver cómo la comunidad latina integraba esta fiesta tan nuestra en tierras ajenas. Pero la noticia de la semana pasada cambió el ánimo: Donald Trump anunció la intervención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Chicago.

Lo que antes eran solo calles adornadas con banderas, música y papel picado con los colores patrios mexicanos, hoy se ve ensombrecido por advertencias de redadas; por volantes que enseñan “conoce tus derechos”, y el despliegue de más de 200 agentes federales. El resultado: los organizadores del festival de El Grito Chicago, previsto para los días 13 y 14 de septiembre, anunciaron en Facebook su cancelación por motivos de seguridad.

El ambiente dejó de ser festivo para volverse de cautela. Mi propia escuela advirtió que valoraría si cancela las clases como precauciones para la comunidad latina, a fin de que no se convirtieran en objetivos fáciles de localizar. Entre amigos de distintas nacionalidades latinas, las preguntas se repiten: ¿Dónde estar? ¿Cuándo salir? ¿Celebrar en privado o guardar silencio?

Algunos insisten en que la fiesta no se ha cancelado del todo, que hay quienes buscan celebrarla con más fuerza para demostrar que la comunidad latina no se doblega. Pero la incertidumbre es inevitable: ¿seremos un blanco fácil al alzar la voz?

Lo cierto es que, aun con la cancelación oficial, el Grito no puede ser silenciado. Pero el Grito no es solo un festival: es toda la comunidad que resiste a la invisibilización. Ser mexicano —o latino— en Chicago hoy significa cargar una doble conciencia: la de la celebración y la de la precaución. Recordar que la independencia no se limita a las fiestas y fuegos artificiales, sino que también se celebra con dignidad, con memoria, con decisión.

Ver parques y centros comerciales con menor presencia latina duele. No es solo un vacío externo: es una herida íntima. Es el recordatorio de que los símbolos importan, de que la cultura cuenta, de que la comunidad existe cuando se atreve a alzar —o a proteger— su voz.

Por eso, lector, te invito a no permitir que el miedo nos silencie en lo esencial. Aunque El Grito no retumbe este año en Grant Park, lo celebramos en cada casa, en cada mesa, en cada momento que compartimos. Porque nuestra independencia no está en el espacio físico, sino en la libertad de ser y de reclamar con orgullo lo que somos.

*Licenciado en Lingüística por la Facultad de Letras y Comunicación, de la Universidad de Colima. Escríbeme a lcastilloochoa@gmail.com o visita http://www.palabrasprohibidas.com para leer más.


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