Desde el corazón envenenado, tomé mi primer aliento,
En un mundo de caos, un reino de muerte.
Maltratado y magullado, pero inquebrantable en la lucha,
Hui de la tierra de mi tormento, buscando vida.
A través de la oscuridad vagaba, con la esperanza como guía,
Rechazando la desesperación, mi espíritu desató.
Como un fénix, me levanté de las cenizas del dolor,
Elevándome por encima, en libertad reino.
Colgado en el árbol de los retorcidos miembros del engaño,
Atado por las lenguas de los débiles himnos superficiales.
Pero dentro de mí, residía una fuerza,
Elevándome alto, más allá de las mentiras que confinan.
Sobre el tumulto, encuentro la mirada de la claridad,
La perspectiva desplegándose en el abrazo de la sabiduría.
Aunque herido y marcado, me levanto por encima,
Un testimonio de resistencia, un testimonio de amor.








Deja un comentario