Cuando el tiempo me alcance

Llegará ese momento en el que se termine todo. Ese momento en el que regresamos al a tierra lo que a la tierra es; al viento lo que le pertenece, y a la nada, lo que le corresponde. Simple materia orgánica que ha de perder forma y vida con el tiempo. No más miedo, no más amor. Seremos nada en este mundo, polvo que ya y viene con el viento.

Se borrarán los besos, las hermosas miradas y los recuerdos. Moléculas que se albergarán en otros seres vivos; que se pegarán a su piel, que será lavada y al nuevo sitio caer.

Y lo que comenzó como un milagro de vida terminará en completa agonía. No es cierto que quien se va, lo hace en paz. Quien lleva una buena vida no se quiere ir y quien no la supo vivir, tampoco.

Al final queda un cuerpo cansado, destruido y agotado en todos los sentidos. Pero el alma, el ama sigue ahí de “por siempre 18”. Es como quien no puede caminar, su mente lo hace volar. Es igual. Al viejo, cansado y derrotado, su mente lo hace joven de nuevo, lo lleva a viajar, le quita el frío, le permite gritar.

Y serán sólo 25 años pero pienso, ¿Qué haré cuando el tiempo me alcance? ¿Evitaré a toda costa hacer cuentas para irme al final? No lo sé. Son solo 25 años y pienso qué he hecho hasta ahora.

Me olvidarán todos cuando me haya ido, cuando este 10 metros bajo tierra, sin aire. ¿Qué hacer para no ser olvidado?

Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.

Llevo sólo dos y a una de estas tres le temo.

Sí, un árbol planté y un libro escribí pero yo habré muerto. No es mi mente ni mi alma lo que vive, sino mi idea y sentimiento. ¿Qué sentido tiene el milagro de la vida si no lo puedo gozar eternamente? Sí, es un ciclo, pero ¿Quién me preguntó si quiero llegar al final?

Sin embargo, aquí estoy muriendo desde que fui concebido. Olvidando poco a poco mi juventud. Sentado en un escritorio, desperdiciando los años útiles para pagar cuidados en mis años inútiles. ¡Vaya concepto de plenitud! Bueno así funciona nuestro caduco sistema social.

Naces, creces, haces rico a alguien y mueres con tres ideas; tres preguntas:

¿Cuándo vendrá por mí?

¿Despertaré mañana?

Y la última y más pesada:

¿Dolerá?

Imagen tomada de Internet


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Soy Fernando Castillo

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